Elecciones en Israel: Netanyahu lidera, pero enfrenta dificultades

Elecciones en Israel: Netanyahu lidera, pero enfrenta dificultades para formar Gobierno

 El partido del primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, obtendría 30 escaños en el Parlamento israelí (Knéset) con el 87,5% escrutado. Este resultado supondría una caída de seis escaños respecto a las anteriores elecciones, por lo que Netanyahu deberá buscar una hipotética coalición de gobierno que podría incluir al partido islamista Raam junto a conservadores y ultraortodoxos. Los resultados oficiales se podrían demorar hasta el viernes.
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El primer ministro Benjamin Netanyahu acudía a estas elecciones con la gestión de la vacunación como bandera. Sin embargo, atosigado por los casos de corrupción que le persiguen, Netanyahu habría perdido seis escaños pese a la citada gestión, según las previsiones hechas con el 87,5% de los votos escrutados.

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Su partido, el derechista Likud, se haría con 30 escaños en el Parlamento israelí (Knéset) frente a los 36 de la anterior legislatura, lo que imposibilitaría una coalición de gobierno junto a conservadores, ultraortodoxos y el previsible apoyo del derechista Yasmina – de su antiguo aliado y ahora crítico Baftali Bennett -, dado que juntos no lograrían la ansiada mayoría absoluta de 61 escaños.

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Seguidores del primer ministro Benjamin Netanyahu celebran los primeros sondeos de los resultados de las elecciones parlamentarias de Israel en la sede del partido Likud en Jerusalén el 23 de marzo de 2021.
Seguidores del primer ministro Benjamin Netanyahu celebran los primeros sondeos de los resultados de las elecciones parlamentarias de Israel en la sede del partido Likud en Jerusalén el 23 de marzo de 2021. © Ammar Awad / Reuters

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El bloqueo político sigue, por tanto, instaurado en Israel tras las cuartas elecciones en menos de dos años. La esperanza de Netanyahu podría pasar por el partido árabe islamista Raam o Lista Árabe Unida, que podría entrar en el parlamento con un discurso que promueve la cooperación con Netanyahu para solucionar los problemas de la minoría árabe en el país.

“No estamos en el bolsillo de nadie”

El líder de este partido islamista conservador, Manosur Abbas, de 46 años, defendió trabajar con Netanyahu para defender los intereses de una minoría árabe que actualmente representa al 21% de los habitantes del país. Esta postura obligó a la facción de Abbas a separarse de la lista conjunta de partidos árabes en Israel.

"No estamos en el bolsillo de nadie. Estamos preparados para comprometernos con ambas partes (Netanyahu y Lapid)", dijo Abbas a la estación de radio 103 FM de Tel Aviv. La otra parte, la oposición a Netanyahu, quedará liderada por el partido centrista Yesh Atid, de Yair Lapid, que contaría con 18 escaños, según lo escrutado hasta ahora.

 
El líder de la oposición israelí, Yair Lapid, dice a la AFP que a su país le interesa reanudar las negociaciones de paz con los palestinos en lugar de llegar a acuerdos por separado con los países prooccidentales del Golfo.
El líder de la oposición israelí, Yair Lapid, dice a la AFP que a su país le interesa reanudar las negociaciones de paz con los palestinos en lugar de llegar a acuerdos por separado con los países prooccidentales del Golfo. Emmanuel DUNAND AFP

En este bando opositor quedarían también como cuarto y quinto partidos del Parlamento el centro izquierda representado por el Partido Laborista y el Azul y Blanco de Benny Gantz, el exmilitar que había llegado a un acuerdo con Netanyahu para dividirse el poder en la anterior y fracasada legislatura.

Se espera que en la tarde del miércoles el Comité Electoral israelí termine el recuento de los votos regulares, en unas elecciones en las que han votado el 67,2% de los israelíes, la cifra más baja desde 2013.

Los resultados definitivos, sin embargo no llegarían hasta el viernes, una vez sumadas las 450.000 papeletas llamadas de "doble sobre", correspondientes a diplomáticos, militares y contagiados de coronavirus o ciudadanos en cuarentena.

 El canciller del Gobierno mexicano, Marcelo Ebrard, y la coordinadora de la frontera sur de la Casa Blanca, Roberta Jacobson, sostuvieron una reunión en Ciudad de México en la que acordaron buscar una migración segura y garantizar los derechos de los niños en medio del acelerado aumento de migrantes en la zona fronteriza.
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Una “migración ordenada, segura y regular”, ese es el acuerdo alcanzado entre el Gobierno de México y el de Estados Unidos este martes 23 de marzo, en plena crisis en la frontera entre ambos países, con un creciente flujo de migrantes que preocupa a los dos Gobiernos y que genera presiones políticas sobre el presidente Joe Biden.

En reunión con el canciller de México, Marcelo Ebrard, y una delegación de Estados Unidos encabezada por la exembajadora y asesora principal de la Casa Blanca en la frontera, Roberta Jacobson, las dos administraciones abordaron varios enfoques para garantizar una “cooperación a fin de que los flujos migratorios en la región sean ordenados, seguros y regulares”.

Según un comunicado de la Cancillería mexicana, uno de los principales enfoques recae en el impulso a corto plazo del desarrollo económico en el norte de Centroamérica y de manera más equitativa para “disminuir los flujos migratorios” desde esta región. La mayoría de personas que tratan de llegar a Estados Unidos huyen de la pobreza y la violencia que azota países como Honduras, Guatemala o El Salvador.

“Si perseveramos y actuamos juntos podemos lograr que estos países y el sur de México tengan un futuro diferente, tengan otras posibilidades (…) Que nadie tenga que migrar por pobreza, inseguridad, desesperación”, dijo Ebrard tras el encuentro en Ciudad de México.

Los derechos de los niños, en el centro

Las dos delegaciones también discutieron sobre los mecanismos para proteger los derechos de los niños migrantes, muchos de los cuales llegan sin acompañantes a la zona limítrofe.
Migrantes de Centroamérica en buscaba asilo en Estados Unidos y fueron deportados, cruzan el puente fronterizo internacional Paso del Norte, en Ciudad Juárez, México, el 23 de marzo de 2021.
Migrantes de Centroamérica en buscaba asilo en Estados Unidos y fueron deportados, cruzan el puente fronterizo internacional Paso del Norte, en Ciudad Juárez, México, el 23 de marzo de 2021. © Reuters/Jose Luis Gonzalez

Hasta el pasado sábado se encontraban más de 5.000 niños sin familiares en las abarrotadas instalaciones fronterizas, de acuerdo con datos del Gobierno estadounidense. Muchos de ellos deben pasar días en los centros de detención antes de pasar a un refugio del Gobierno.

Las historias de menores no acompañados y familias que intentan cruzar la frontera dominan los titulares y la atención política en Washington, distrayendo incluso los esfuerzos del Ejecutivo por aplicar otras normativas de emergencia como el recién aprobado paquete de ayudas por la pandemia del Covid-19.

Y es que, desde que Joe Biden llegó a la Casa Blanca, el aumento del flujo de migrantes hacia la frontera ha sido constante, muchos de ellos esperanzados por la promesa de un trato más humano por parte de la Administración Demócrata.

Sin embargo, el Gobierno de Biden ha dejado claro que, mientras intenta impulsar iniciativas de ley para regularizar la situación de millones de indocumentados que ya se encuentran dentro de su territorio, su frontera no está abierta para la llegada de nuevas personas, especialmente al justificar medidas para mitigar la pandemia.

Justamente en el encuentro de este martes, la delegación estadounidense ratificó esa postura. “No vengas a la frontera. La frontera está cerrada”, dijo Jacobson en un mensaje en español difundido por la embajada de Estados Unidos en México.

La funcionaria insistió en que quienes tengan intención de llegar a su país deben solicitar el proceso migratorio desde sus naciones de origen. "Quédese en casa, manténgase a salvo y espere más información sobre el proceso de asilo", dijo Jacobson tras resaltar el peligro que podrían enfrentar los migrantes ante la presencia de traficantes de personas y los riesgos sobre viajar en tiempos de pandemia.

Las devoluciones de migrantes

La nueva Administración de Estados Unidos ha comenzado a desmantelar las duras políticas antimigratorias de la era Trump, pero ha mantenido algunas medidas, como el Título 42, que permite continuar devolviendo a la mayoría de migrantes que cruzan la frontera desde México bajo el argumento de la crisis sanitaria.
Migrantes de Centroamérica en buscaba asilo en Estados Unidos y fueron deportados, cruzan el puente fronterizo internacional Paso del Norte, en Ciudad Juárez, México, el 23 de marzo de 2021.
Migrantes de Centroamérica en buscaba asilo en Estados Unidos y fueron deportados, cruzan el puente fronterizo internacional Paso del Norte, en Ciudad Juárez, México, el 23 de marzo de 2021. © Reuters/Jose Luis Gonzalez

En un intento por distanciarse de las medidas del anterior mandatario, que incluyeron la separación de menores de sus padres y la reclusión de indocumentados en centros de detención, el Gobierno de Biden anunció el pasado fin de semana un programa para acoger en hoteles a los migrantes.

Pero eso no significa que no serán regresados a sus países de origen, sino que se trata de una forma de darles un trato más humano, mientras se completan sus procesos de deportación.

El número de personas que intentan pedir asilo en Estados Unidos pasó de cerca de 7.000 en enero a alrededor de 19.000 en febrero, de acuerdo con datos del Servicio de Control de Inmigración y Aduanas (ICE).

Los republicanos responsabilizan al actual mandatario de la nueva crisis fronteriza, tras desmantelar algunas de las medidas de Donald Trump y presionan para la detener la llegada de más centroamericanos sin papeles.

Aunque los dos gobiernos no se refirieron este martes a detenciones, el Instituto Nacional de Migración (INM) anunció "un frente común" en la frontera sur del país, que incluye a las Fuerzas Armadas y a la Guardia Nacional.